“Pintura Gourmet
para principiantes”
Ensayo sobre
el libro
“Ver y no ver”
de Victor I. Stoichita
Felipe Ortiz
Ugalde
Narrativa
Gráfica.
Profesora
Dra. Mercedes
Sierra Kehoe
“Llama mucho la atención las
distintas formas en las que personas de la misma sociedad pueden hablar de
comida de maneras tan diferentes. Todos, por ejemplo, conocemos gente para la
cual el sabor de lo que come
desempeña un papel realmente secundario en sus percepciones conscientes. No
piensan de modo activo o deliberado sobre lo que están comiendo mientras se lo
comen: ni qué es, ni cómo sabe o huele, ni cuál es su temperatura o apariencia.
Pueden no hablar siquiera de los sentimientos que produce… cabe pensar que
porque no les produce ningún sentimiento.”
-Sidney W. Mintz (2003;p129)
En su libro
“Sabor a Comida, Sabor a Libertad” el antropólogo Sidney W. Mintz hace una interesante reflexión acerca
del papel de los alimentos en la cultura. Como la cocina puede definir la identidad de un pueblo, y
como vamos haciendo nuevas formas de hacer más complejo un proceso tan
inherente al ser humano. Aún
cuando en apariencia “solo estamos comiendo” todo lo que rodea al proceso de
alimentarse, hace de dicho acto algo muy plástico, a veces puede ser todo un
evento o un ritual; no por nada algunos de los actos más trascendentes de
nuestra vida (matrimonios, tratos laborales e incluso en algunos casos
funerales), los celebramos con una “comida”.
La
expresión artística –y su apreciación- seguramente no es tan antigua como los
rituales alimentarios; pero también es un proceso cultural que se han ido
refinando y acomplejando. Así como
adquirimos gusto por determinados
alimentos, lo hacemos por diversas formas de expresión; así como hablamos de
artes incluso podemos hablar de un arte
culinario.
Apoyados
por ésta analogía gastronómica se hará una reflexión del texto de Stoichita
“Ver y no ver”. Este texto aborda una brevísima mirada a ciertos elementos que
han hecho del acto de ver una obra artística un acto gourmet.
Bon appetit.
La degustación de lo visual como alimento del alma.
En estos
tiempos modernos estamos bombardeados de imágenes, nos tocó vivir en el imperio de la estética sobre el Arte
(Michaud: 2007); nos hemos convertido en una suerte de sibaritas de lo visual:
amamos la “belleza” de los comerciales, consumimos más series de televisión y
más películas que nunca. Gracias a la telepresencia que nos brindan los medios
electrónicos como el Internet podemos ver lo que sea en el momento que sea,
pero sobre todo estamos rodeado de nuevas y estridentes formas de Arte: Arte de
los nuevos medios, Arte Urbano, Pixel Art,
Body Art, etc. Tenemos ante la mesa de nuestra vida
todos los platillos que nuestros ojos puedan degustar.
De hecho,
desde niños estamos tan expuestos a millones de imágenes que nos convertimos en
consumidores voraces de lo visual; por lo tanto sería lógico pensar que deberíamos
tener un gusto muy desarrollado para apreciar y distinguir el arte bueno del
malo.
¿Pero
que tan gourmet somos a la hora de
consumir lo visual? ¿tenemos un criterio o un gusto para ello? ¿podemos
disfrutar –o distinguir- un delicatessen,
o solo consumimos Fast food?
Esta
analogía parece pedante y narcisista; sin embargo el acto de comer tan
inherente al ser humano, ya es un acto cultural y no meramente un impulso
natural. Así como hemos hecho
rituales para comer, también hacemos rituales para hacer arte y otros tantos
para apreciarlo.
El
acto de ver una obra de arte, alguna vez fue una experiencia contemplativa,
reverencial, didáctica e incluso mística… pero también distante. Esta barrera invisible que suponía
“sólo ver” a la obra resulta como una red de seguridad, porque no impone
compromiso alguno salvo una subjetiva interpretación; pero también significa un
obstáculo que nos aleja del entendimiento –y disfrute- pleno de la obra. Es como estar afuera de un restaurante y
tratar de disfrutar de los platillos desde la ventana.
Curiosamente,
uno de los grandes recursos narrativos fue aportar elementos que “miran desde
afuera” de la pintura para meternos a ella.
Por
mencionar un ejemplo, tenemos el vía
crucis (1440) donde el pintor nos lleva a través de tres espectadores a ver
tres elementos de la obra. Esta
pintura no solo nos cuenta una historia, también nos habla de cuestiones
temporales.
Así
como hay grandes y temperamentales chefs, tenemos en Michelangelo Merisi da
Caravaggio, a L'enfant terrible de la
pintura. En su obra La decapitación de San Juan no se
conforma con llevarnos a presenciar el martirio de San Juan sino que además nos
involucra, la relación diagonal
del santo con los reos fisgones no deja lugar a dudas: nos vuelve parte del
evento y no nos permite escapatoria, estamos dentro de la pintura.
El
“chef” obligatorio en éste texto sin duda es Edouard Manet, quien crea una
intrincada narrativa donde el espectador se asoma a ver cosas que no están ahí,
pero que de alguna manera percibimos su presencia como en su pieza El Ferrocarril (1872-1873), asistimos además a una nueva forma de
cocina… una que exige más del comensal: el impresionismo.
Degas
permite en su Desnudo femenino
enjuagándose un pie (1885-1886) que el espectador haga un acto Voyeur. Aquí el espectador es un mirón que con toda la alevosía y
ventaja entra en la intimidad de una escena; sería como irrumpir secretamente
en la cocina para espiar al chef.
Pero la degustación del arte también implica ahora ver al artista/cocinero
exhibirse sin pudor, como Manet que se inserta a sí mismo en su obra
(influencia de Velázquez), o que pone su nombre sin recato en el centro de sus
obras, Manet añadió el espectáculo a la producción de la obra artística.
El
texto de Stoichita nos lleva a dar un vistazo a la retórica de la pintura, para
que aprendamos a ver más allá de la obra y refinemos nuestra apreciación del
arte. Podemos agregar que el
gusto por el arte sólo puede ser cultivado como cultivamos el gusto culinario… degustando.
Referencias.
Mintz, S.
(2006), “Sabor a comida, sabor a libertad”, Ediciones la Reina Roja / CIESAS,
México
“Spencer Shay
y Banksy: Referentes del Arte Actual”
Ensayo sobre
el libro
“El arte en
estado gaseoso” de Yves Michaud
Felipe Ortiz
Ugalde
Narrativa
Gráfica.
Mercedes
Sierra Kehoe
Introducción.
“Democratizar el acceso a la Educación Artística ha de constituir una
finalidad inalienable de los esfuerzos actuales que despliegan los sistemas
educativos, para que su influencia alcance a la totalidad del universo escolar
y lo sitúe en condiciones de influir creativamente en el futuro de sus pueblos.”
-Oficina Regional de Cultura para América
Latina y el Caribe de la UNESCO[1]
Sin duda vivimos en un mundo donde el arte y las industrias de producción
de bienes culturales se han democratizado. Nunca antes en la historia de la humanidad, el ser humano
había tenido acceso a tanta información, ni a tantos recursos materiales y
técnicos; ni mucho menos la sorprendente capacidad de la telepresencia para enterarse de lo que otros humanos hacen al otro
lado del mundo.
Semejante
pléyade de recursos debería hacer de estos tiempos la edad dorada de la
producción artística y cultural.
Yves Michaud
señala en su ensayo El Arte en estado
Gaseoso (2007) que irónicamente, el arte se encuentra en una situación de éter estético[2]
consecuencia de éste desarrollo desmedido. Al poder acceder a tantas formas de crear belleza, nos hemos
creado la obligación de aplicarla en todas las cosas, como si tratáramos de
erradicar toda la fealdad de la faz de la tierra; esto ha llevado a que lo
estético sea más grande incluso que la idea de el Arte; lo que ha hecho que el
arte sea como un cuerpo gaseoso que se expande en todas direcciones pero poco
denso. Podemos decir
coloquialmente que el arte actual abarca
mucho y aprieta poco.
El objetivo de
éste trabajo será ejemplificar lo que propone Michaud a través de dos casos. El primer caso es un personaje producto
de las industrias culturales; Spencer
Shay, un personaje ficticio de un popular programa de televisión llamado iCarly, que es un artista visual y del que analizaremos algo de su “obra
artística”.
Como segundo
ejemplo, tenemos a Banksy, uno de los artistas contemporáneos más celebrados, y
cuya obra nos permitirá apreciar el estado de la cuestión que propone Yves
Michaud.
El caso Spencer Shay.
Como primer ejemplo hablaremos del hipotético caso de Spencer Shay. En el
programa de televisión para niños iCarly,
Spencer Shay es un artista visual de Seattle, que ha creado obras escultóricas
como la siguiente:
Una taza de café
tan grande que se pueda nadar en ella; cuya finalidad es la relajación. Podemos ver una referencia nada discreta
a la compañía Starbucks. Esta
supuesta obra de arte, aparentemente ingenua e inofensiva muestra claramente
como el mundo se ha plagado de elementos estéticos y autorreferencias.
Para hablar del
triunfo de la estética sobre el arte, Michaud nos habla primero sobre la
desaparición de las grandes obras de Arte frente a los productos cada vez mas
estéticos que rodean nuestra cotidianeidad. Tanto así que incluso los programas para niños necesitan una
dosis de “arte”.
Seguramente
sonará atroz y descabellado comparar una supuesta obra de arte de un programa
para niños con obras como Fuente (1917)
de Marcel Duchamp o las 32 impresiones de la serie Latas de sopa Campbell´s (1962)
de Andy Warhol. Pero precisamente
el triunfo de la estética que menciona Michaud proviene del uso que Duchamp
hizo de un urinal como obra de Arte, en un claro desafío a los museos de su
época; para explicar éste fenómeno tenemos a Harold Rosenberg quien en 1972
habló de la desestetización y desdefinición del arte[3]
basado en la comparación de la obra de Marcel Duchamp, quien fue el responsable
de los Ready-made, o aquellos objetos
ya fabricados pero que han sido resignificados. En el caso de la taza de café gigante, es retomar un objeto
cotidiano y atribuirle un valor artístico. Cuando Andy
Warhol se valió de las artes gráficas como la serigrafía para hacer series de
sus obras; acabó con lo que Walter Benjamin refiere en su ensayo La obra de Arte en la época de la
reproductibilidad mecánica como el aura
(el aquí y el ahora de la obra artística)[4]. La referencia claramente podemos verla
en la alusión a la marca Starbucks.
Además, Michaud
nos plantea un panorama donde el Hedonismo es un componente vital en la obra
artística. El hecho de que ésta
obra de arte ficticia tenga como único fin la relajación, pone de manifiesto el
Hedonismo en la Estética y en el Arte. Este Hedonismo en la creación artística
resulta en una valoración mayor del placer de la experiencia, que el contenido
de la experiencia misma[5].
El caso Banksy.
Hablar del arte contemporáneo, es hablar de éste misterioso ex tagger[6],
ahora artista callejero llamado
Banksy. En un caso muy parecido a Marcel Duchamp con su obra Fuente[7];
Banksy ha irrumpido en diferentes museos, como el Museo de Arte Moderno de
Nueva York, con obras como ésta:
Fuente de la imagen: http://danpetest.wordpress.com/les-divers-coups-de-banksy/
Con éste artista
veremos múltiples ejemplos del triunfo e Imperio de la estética. Uno de los más notables ha sido la
postura “anti-arte” y anti-capitalista de Banksy, el cual paradójicamente se ha vuelto una
escuela para otros artistas callejeros; pese a que se sabe ha trabajado para
grandes corporaciones como Puma y MTV.
Su trabajo de intervención de espacios; nos remite inmediatamente a cómo
el artista se ha salido de los museos y éstos a su vez han perdido su papel de
recinto para la obra áurica para convertirse en un museo a la medida de cada
necesidad estética. Incluso
podemos hablar de los museos como destinos turísticos destinados a satisfacer
el Hedonismo de los visitantes. (Michaud:p155)
La crisis del
arte es tal, que a éstas obras planeadas para ser un anti-arte efímero y
perecedero” se les puede llegar a cotizar en miles de dólares, e incluso se ha
llegado de decir que ¡merecen la protección de las autoridades![8]
De hecho Banksy
es un ejemplo perfecto entre el híbrido Artista-productor de medios culturales.
Conclusión.
“Ahí está Jimmy Page, el más grande ladrón
de música negra americana que jamás haya pisado la tierra.”
-Homero
Simpson
Para concluir con este breve acercamiento a la obra de Yves Michaud,
quiero dejar como ejemplo una anécdota de una de las obras más emblemáticas del
imperio de la estética. En un
episodio de la popular serie de televisión Los Simpson, Homero busca a sus
hijos desde el famoso Ojo de Londres, y es cuando al observar los alrededores dispara
la frase con la que inicia éste apartado.
Semejante afirmación podría parecer una crítica feroz y una denuncia contundente[9].
Pero ¿qué diferencia tiene un
episodio de Los Simpson, donde la tónica del programa es llenar de referencias
al espectador de marcas, artistas o instituciones con el arte actual? Al
parecer ninguna.
Cuando Walter
Benjamin hizo su ensayo La obra de Arte
en la época de la reproductibilidad mecánica, y comenzó a ver un arte de
masas, veía en el cine la esperanza de una politización libertadora, sólo que
nunca se encontró con la televisión, ni con la idea de una “masa solitaria”. [10]
Finalmente, Yves
Michaud sentencia que seguimos necesitados de la experiencia, y necesitamos el
Aura; aunque ésta experiencia esté empobrecida, y el Aura sea reproducible y
hecha a medida del mercado. El
posmodernismo terminó antes de los años 90, pero nos sigue recordando que ya
sea crítica, elogio, adoración, parodia, o simplemente “un arte como destino
turístico” para llamar la atención de un espectador; como dice Feyerabend Todo
se vale (Anything goes) en el
imperio de la estética.
Michaud, Yves. El Arte en estado Gaseoso. Fondo de
Cultura Económica. México. 2007.
Benjamin, Walter. La
obra de Arte en la época de la reproductibilidad mecánica. Ed. Taurus,
Madrid 1973.
[1]Documento
conceptual de la Conferencia Regional de América Latina y el Caribe Latino,
preparatoria de la Cumbre Mundial de Educación Artística. Bogotá. Junio de
2005.http://portal.unesco.org/culture/es/files/32029/11593662505ad1Conceptual.pdf/ad1Conceptual.pdf
[2]
“Es como si a mas belleza menos obra de
arte, o como si al escasear el arte, lo artístico se expandiera y lo coloreara
todo, pasando de cierta manera al estado de gas o de vapor y cubriera todas las
cosas como si fuera vaho.”(Michaud,2007:10-11)
[3]
Ídem.
[4]
“Resumiendo todas estas deficiencias en
el concepto de aura, podremos decir: en la época de la reproducción técnica de
la obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta. El proceso es sintomático; su significación señala por encima
del ámbito artístico. Conforme a una formulación general: la técnica
reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al
multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en lugar de una
presencia irrepetible.” (Benjamin:1936)
[5] Michaud:145.
[6]
Tagger es la expresión más baja del graffiti. Se trata de hacer firmas rápidas o Tags Tagger también se refiere a los marcadores con los que se
hacen las firmas. http://www.taringa.net/posts/arte/8525429/Graffiti_-de-New-York-para-el-mundo.html
[7]
“Fuente es un objeto particular escogido
para pasar (y desafiar) el test de
participación en una exposición de la Society of Independent Artists” (Michaud:45)
[8]
http://www.abc.es/20100427/cultura-arte/banksy-201004271126.html
[9]
Jimmy Page fue demandado en 1985 por la hija del músico Willie Dixon por la
autoría de la canción Whole lotta love,
la cual fue tomada de la canción You need
love. http://www.subnoise.es/articulos/desmitificando-a-led-zeppelin/
[10] p106.
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